viernes, 3 de julio de 2009

Pepita Riera

Él pasaba el día en la playa. Tras el almuerzo, el postre. Sacó una cajita de la nevera: "Fresas Pepita Riera. Moguer (Huelva)". Eligió la que consideró más jugosa para empezar. Justo antes de poder morderla, los ojos se le salieron de su sitio y una punzada le recorrió los bordes del corazón... Dos sombrillas más allá, tumbada en una hamaca, se tostaba al sol la mismísima Pepita Riera... 
¿Por qué él tuvo esta reacción?... Si crees saberlo ¿Qué pasó después, aquel mediodía en la playa?...

34 comentarios:

monica dijo...

Por su mente pasaron como fogonazos las imágenes que tanto había rememorado una y otra vez: revolcones bruscos, casi agresivos, entre fresales de hojas tornasoladas, fresas aplastadas entre besos y mordiscos… y ahora la tenía allí, de nuevo, después de tanto tiempo… Su mujer y los niños se bañaban. Era el momento para ir hasta donde estaba ella y decirle todo lo que había estado guardando a pesar del paso del tiempo: que la seguía amando, que la esperaba secretamente mientras transcurría su anodina vida, y que con cada fresa se le escapaba un recuerdo, un aroma… Entonces lo vio. Salía del agua como un animal marino. Una especie de cachalote grande y peludo. Se tumbó a su lado y la acarició. Pepita le correspondió con una mirada cómplice. Desde su sombrilla, él siguió espiando cada caricia, cada comentario, cada unte de crema, hasta que recogieron sus cosas y se marcharon. Los niños se oían entonces como un eco lejano en medio de la nada…

Manuel Correa dijo...

Interesante. Muy interesante... Al hilo de tu narración se me ocurre: él soñó despierto por un momento estar en el lugar de Moby Dick, pero en vez de untar crema solar sobre los muslos de Pepita, extendía con sus manos mermelada de fresa, la misma que fabricaban con sus cuerpos en aquellos revolcones de invernadero...
Y una pregunta: ¿Quién compró la cajita para el postre de esa marca? ¿Ël o su anodina esposa? Lo digo porque no es lo mismo, o sea: la historia arrancaría de distinta forma ¿O no?

P.D.: cada vez me gusta más la mermelada de fresa...

monica dijo...

Su mujer jugaba con los críos en el agua, pero miraba de reojo hacia la sombrilla de su marido. Sentía su mirada en la espalda. Podía notar cómo lentamente la bajaba hacia los hombros, como la gota que ahora resbalaba por ellos. Y como poco a poco, llegaba hasta el borde de su bikini de color rosa. Imaginaba cómo, divertido, descubría un pequeño detalle que hasta ahora le había pasado inadvertido… entre el bikini y la nalga había algo dibujado en su piel… algo de color rojo… una diminuta fresa.

Anónimo dijo...

menudo calenton se respira en esta historia....feromonas a flor de piel !!!!

creo que al imaginar morder la mejor fresa, las sensaciones que invadirian todos sus sentidos, Pedro creyó encotrar una oportunidad que pocas veces n su corta vida se le habían presentado con anteriridad.Ése día de playa podría llegar a conocer a una empresaria, que podría proporcionarle todo tipo de frutas, debido a sus innumerables contactos y satifacer así sus fantasías sexuales junto a sus parejas. El corazón iba a mil por hora pero su mente también, las imágenes ern como los flashes de una rueda de prensa, no cesaban... y dud´pr un instante si morder esa fresa, e solitario, o por el contrario llevar a cabo una de sus fantasías...

Manuel Correa dijo...

Estimado/a anónimo/a:
¿Todo eso que cuentas pasó mientras abría la boca para morder la fresa? ¿Incluidos los posibles contactos de empresaria?... Ufff... ¡Vaya centrifugado!... Aunque, ahora que lo pienso, quizá a tod@s nos haya pasado alguna vez algo así...
Una pregunta: de haber elegido la segunda opción (llevar a cabo una de sus fantasías) ¿Qué habría hecho exactamente? (aquí los detalles son importantes, jeje)...

monica dijo...

Los dos eran jóvenes, apenas adolescentes, pero ya eran considerados por los demás como “pareja estable”. Un caluroso verano irrumpió en el pueblo una mujer de la capital, hermosa, inteligente y adinerada, que venía dispuesta a invertir en un negocio familiar que necesitaba ser reflotado. Cada uno de nuestros adolescentes la conoció por separado. Ninguno se atrevió a contarle al otro lo que ocurrió con la mujer. La mujer que les enseñó a amar, a vivir otra realidad llena de pasión. Él ya nunca la olvidaría y quedaría marcado para siempre. Ella tampoco, y como prueba se tatuó lo que consideraba un recuerdo imborrable de aquellos días.

P.D.: Anónimo, yo también espero conocer algo más esas fantasías…

Anónimo dijo...

mi resouesta ni sería de vuestro agrado, pues mis deseos difieerne de los vuestros,,,,y no quero que ua tarde de verano , con tan buen ambiente ace¡abe frustrada por mis propias fantasias, pendienes de lleve¡ar a cabo

monica dijo...

Vaya, ya había empezado a imaginar fruta madura de colores impregnada de fluidos corporales… Aunque, pensándolo mejor, me quedo con la mermelada de fresa.

Manuel Correa dijo...

Estimada anónima:
Este blog pretende ser un espacio de expresión libre. Las respuestas no tienen por qué resultar del agrado de nadie... En cualquier caso, esta historia trata sobre de las fantasías de un personaje ficticio; yo creo que personalizas la cuestión cuando hablas de tus fantasías y cuando dices "mis deseos difieren de los vuestros". ¿A "quiénes" te refieres?. Por último: si la tarde de verano tiene tan "buen ambiente" será porque también participas tú ¿no crees?...

monica dijo...

Me permito en este espacio (que cada día me gusta más), y por supuesto, con el permiso de Manuel y de Anónimo, mostraros un poema de mi querido Ángel González con el que me “tropecé” hace unos días. Se llama “A veces”:
Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!
Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:
"Lo digo y no me corro".
Pero él disimulaba.

Anónimo dijo...

fruta madura... cuerpos sudorosos...
lo cierto es que nuestro protagonista viajaba con su mente más veloz que con su cuerpo, ya que con 70 años, a quien le amarga el dulce sabor de una fresa comida en pleno mes de agosto.... pero estaria ya anocheciendo cuando esto sucediese, ya que debia preparar el terreno, como se suele decir. Primero: conocer a Pepita, después...el mal, el sol, las cervezas 1925, los deseos no frustrados, que nuevamente quieren ser llevados al sulmende sus posibilidades...
Primer paso,tomar la iniciativa y saludar a Pepita, la mujer, su futua mujer, entre sus brazos esa noche...Pepita debia conocerlo,confiar en él, entregarse a él así como él lo haría a ella...

Manuel Correa dijo...

Estimad@ anónim@:
Calentura y deseos no frustrados a los 70 años... ¡Qué alegría más grande!... Comentarios así dan subidón, la verdad.

Estimada Monica:
Gracias por compartir tus poemas favoritos con nosotros...

mónica dijo...

Gracias a ti por inspirar – nos. Tan interesante es sorprenderse a uno mismo con lo que pasa después de evocar una determinada imagen, como compartirlo con los demás…
De Anónimo, por ejemplo, me gusta que la provocación que aparenta esconda los sentimientos más clásicos y sencillos…Y de ti, sólo puedo decir que me resultas generoso, inteligente y algo pillo.
Qué te parece? Qué fuerte que todo esto se encuentre detrás de una fresa, no?? : )

Anónimo dijo...

Por un lado: Pepita 2000, S.L., cadena de empresas dedicada a la venta al por menor de calzado, pero de vasto patrimonio familiar (las malas lenguas acusaban a su dueña de fría y calculadora); por otro: García Riera, S.L., empresa constructora, y de la misma familia que la anterior, enclavadas sobre la comunidad autónoma catalana ambas dos. Como tercer protagonista de la historia, él, de profesión abogado.

La idea original: trazar un “romance” empresarial a tres bandas, hacerse con la única plantación deficitaria existente en todo el litoral onubense, más de 800 hectáreas de puro “oro rojo”, llevada a pique por las carencias en su gestión de un arrogante moguereño. Y con ello entrar a formar parte de la alta alcurnia barcelonesa.

Tras infructuosas reuniones, el fin, inexplicablemente para él cada día de reunión más lejano, consistía en culminar la asociación. A él su intuición raras veces le fallaba, se sentía rechazado, aunque las otras dos partes lo negasen cuando le demandaban datos de la operación. Era amigo desde la infancia, además de asesor del conglomerado de empresas de la construcción, de don Manuel García Riera. Por otra parte, todos conocían los devaneos del abogado con la viuda doña Josefa Riera del Casar, conocida como Pepita Riera y empresaria del calzado. Motivos sobrados éstos para colaborar hasta el final en la ejecución de tan -en el futuro- infructuosa unión.

Él se vio avocado a apartarse de esta historia hundido tras el fatídico acontecimiento que marcó la negociación. Pero animó a que don Manuel llegara a fundarla junto a otros, para él, desconocidos empresarios del gremio de la alimentación. Eso sí, conservando el nombre original en honor a doña Pepita. Quedaba fundada pues la sociedad Pepita Riera en la localidad de Moguer, con socios anónimos.

Él, asesor de reconocido prestigio en los ambientes bursátiles catalanes, no puede más que asombrarse, perder la conciencia real dejando paso a sus recuerdos en un puro enojo, al saberse engañado: sentimentalmente se vio forzado a dejar de lado la sociedad diseñada, aquélla a la que se ocupó de asesorar y calificar como negocio del siglo.

Tras la trágica y, a las claras, bien trazada, pero falsa muerte de su amor platónico, doña Pepita, no le quedó más que desechar la idea, derrotado por la noticia, y animar a don Manuel a seguir solo en su lides empresariales.

Pero hete ahí. Delante suya se hallaba ella disfrutando de la playa, bajo la sombrilla roja con logotipo de Pepita Riera. Una vez más doña Pepita, ruin empresaria del calzado, e inconmensurable amante, se la había jugado. Movimiento perfecto tanto en lo empresarial como en lo sentimental. “Don Manuel y ella, ella don Manuel”. Le sobró tiempo en el primer segundo de asombro para saberse afortunado por no formar parte de tan peligrosas compañías.

Una vez pasado el primer sofoco de enfado, observó que no era un día de playa normal para doña Pepita. Acertó a ver una reportera, micrófono en mano, y, dentro de la unidad móvil de Canal Sur, un conocido realizador, Manuel Correa. Su mente compasiva le llevó pensar: “pobre ingenuo, caerás en sus redes” .

monica dijo...

Ah…! Qué juegos a tres bandas, qué intereses mezclando avaricias, poder y manipulaciones varias… Bajas pasiones unidas a las maquinaciones de mentes corruptas.

Lo que me pregunto es si podrá vivir el abogado con todo este lío sin que se le escape el más mínimo impulso de volver a hablar con Pepita…? No esconde el despecho el íntimo deseo de volver a poseer al amante…? Yo creo que sí. Que el traicionado siempre guarda su rencor por más tiempo que pase. Quizá este abogado se autoerija un nuevo Conde de Montecristo que sepa sacar tajada a la situación que acaba de vislumbrar. O tal vez, se descubra un poeta, que a la flor de las sensaciones sobrevenidas, encuentre en la escritura un medio para desahogarse...

Anónimo dijo...

Amiga Mónica, haces bien en cuestionar.
Traición en la relación carnal no se olvida,
es resentimiento arraigado y tenaz
que, como Conde de Montecristo,
su excitación venérea, el abogado poeta,
no será capaz de controlar.

Manuel Correa dijo...

Bueno, bueno... Este blog puede sentirse muy afortunado por tod@s sus participantes. La historia del/a amig@ anónim@ es fantástica (en todos sus sentidos). Me ruborizo al verme como secundario en la misma, dentro de una unidad móvil. Ahora me pregunto: ¿Quién es el "pobre ingenuo" que caerá en la redes de la malvada Pepita Riera? ¿El realizador? (Espero que no, jeje... Me gustan las redes en las que estoy)...
Y una pregunta más: ¿No tiene el abogado (al que un/a participante anónim@ otorgó 70 años de edad) ahora la venganza en bandeja? Basta con que informe a la reportera de que ESA MUJER está oficialmente MUERTA...

Anónimo dijo...

“Cuando toma cuerpo el diablo, se disfraza de abogado”. La satisfacción que se toma del agravio le suena a música celestial. Intuye que con toda seguridad al final se rendirá ante los encantos de doña Pepita. Es muy probable, sí. Pero ha de intentarlo, debe hacerlo, esas dos alimañas merecen una lección. “Ella más” (sigue pensando).

El orgullo del abogado grita desenfrenado que lo haga –“machácalos”-. Su vanidad arrastrada aún no es capaz de articular palabra, pero cuando levante…, cuando recupere el aliento unirá sus fuerzas a las del talento –propietario mayor del entendimiento- trazarán el plan, sí…, la estrategia de los dioses, campo de vencedores, brazos arriba de puños cerrados. Todos a una cantarán el alirón.

Como venido al mundo de nuevo –ojos secos, fijos en la calima veraniega- despierta sin haberse dormido. Mecido por una realidad que reprueba, sostenido por unas fuerzas que no le llegan, piensa: “¿Y ahora, qué?”.

Anónimo dijo...

Allá por el 69 no fue por casualidad que lo designaran jefe de equipo del gabinete de abogados que él mismo presidía, pues marcado en su currículo a base de victorias, refrendaba en cada situación el gran estratega que llevaba dentro.

Decidió acabar con su día de playa. Su regreso hasta el coche no sería tarea fácil para una persona de su edad, puesto que, si la llegada la realizó con trabajo cuesta abajo, ahora tenía que invertirla y afrontar una subida con un desnivel endemoniado. Se trataba de la playa conocida como Torre del Loro, en la periferia del Parque Nacional de Doñana, en Mazagón. Una zona frondosa de arboleda mediterránea, de acantilados únicos en toda la costa de Huelva. Realmente un paraíso robado a la vorágine contemporánea de nuestra sociedad de humo y ladrillo.

Emprendió su regreso paso a paso en un duro mano a mano con el medio que le rodeaba. Temperatura de horno, movimientos de buey, pensamientos de loco: para no caer desfallecido, se propuso recitar uno tras otro los artículos de la constitución española, “tercer artículo: la forma política del estado español es la Monarquía parlamentaria…, maldita la cuesta…, la parlamentaria y, y…”, encima de su pensamiento de maldición oyó la voz de Manuel Correa que, con medio cuerpo sacado por la ventanilla de la furgoneta, lo invitaba a subir, dicho por el realizador, “por lo menos hasta coronar el desnivel”. Seguro que apreció en el paso triste y forzado del abogado la insuficiencia que le producía aquel maravilloso, aunque intenso camino.

Una vez acomodado, y de esta guisa, sabiéndose cargado de años, pero siempre con los pies en la tierra, decidió, en el lapso de tiempo que tarda el grano de arena blanca onubense en caer de la mano al suelo, formar su equipo de ataque, agrupar fuerzas, crear su propio Caballo de Troya. Trazó sin más toda su estrategia de actuación contra la maldad viva de sus dos, casi, socios. Para lo cuál dio un primer paso haciendo uso de sus encantos personales: supo tocar la tecla necesaria y concertar una cita con el director del programa de esa televisión pública que tanto le recordaba a su niñez,. Reacción magistral gracias al encuentro fortuito y altruista de aquellos dos trabajadores de la comunicación.

Nunca se personó a identidad destapada, de hecho fue lo más cercano que se mostró a ningún medio televisivo. Su plan se centraba en su querida sobrina Aída, única mujer de la familia en seguir sus pasos, de inteligencia desmesurada, elegancia sobrada, definitivamente bien dotada. Actualmente era la cabeza visible del gabinete que en su momento de jubilación sustituyó y vio marchar a este casi anciano abogado, hacía ya dos meses.

Montado ya en su Volvo, a media sonrisa, con la mirada perdida, hablando para sí, presentaba al mundo el que sería su último objetivo vital: venganza.

Manuel Correa dijo...

Estimad@ anónim@:
Ansiosos como estamos por conocer el desenlace definitivo, es decir: LA CONSUMACIÓN DE LA VENGANZA, pongo en tus manos el climax de "Pepita Riera". Te invito (te invitamos todos, creo) a que narres cómo acaba esta intriga. Pienso que es un clamor unánime (nos has traído hasta aquí con maestría, así que... ¡Un final ya!).

monica dijo...

Esta calurosa mañana de julio me ha apetecido asomarme a uno de los escenarios de esta tremenda historia, la Torre del Loro… Veo ahora una puesta de sol desde Google Earth... Y mientras me dejo llevar por los recuerdos que evoco, pienso que yo también espero ansiosa conocer cómo se fragua la venganza de nuestro protagonista, aunque, permitidme insistir: no es en realidad la venganza una trampa para uno mismo…?

Bueno, con 70 años supongo que las cosas se ven de otra manera… Umm… pensaré en ello mientras me tomo el primer café de la mañana…

Anónimo dijo...

PRIMERA PARTE (Must be at most 4,096 characters)

Rápidamente Aída captó la idea de lo que su tío pretendía. Entre los dos diseñaron una serie de pasos a seguir que, en cuestión de una semana, darían al traste toda actividad empresarial de los Riera.

El lunes, para empezar, en la reunión concertada con representantes de la televisión pública, sólo tuvo que nombrar la palabra mágica “conspiración”. No fueron necesarios más que algunos detalles fáciles de comprobar para que le ofrecieran desde el medio la credibilidad necesaria para actuar. Aída describió con todo lujo de detalles la procedencia donde se gestó, en los círculos más conservadores del país, la idea de acusar al expresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chávez, de prevaricación. Se trataba de una fiesta privada, a la que ella misma asistió como representante del gabinete, en una mansión barcelonesa, ofrecida por el afamado don Manuel García Riera. Aída todavía conservaba el listado con el que, a modo de juego, fueron ofreciendo los comensales en una lluvia de ideas, las acusaciones infundadas. El documento repartido en la fiesta se fotocopió del original a puño y letra del constructor. Reporteros de Canal Sur se encargarían de investigar, contrastar y, en primicia, soltar la “bomba”.

El gabinete de abogados, formado en varios ramales, contiene una empresa instalada en Internet, de nombre Axesor, dedicada a facilitar información empresarial. A través de ella se constató que el capital social de Fresas Pepita Riera se encontraba depositado en una cuenta de Suiza.

En un segundo día, conocida la trama contra el ya vicepresidente Manuel Chávez, el fiscal general del estado toma cartas en el asunto y promueve lo que será, en manos de un conocido juez, la altisonante llamada a declarar del empresario don Manuel García Riera. Es inmediata la bajada de cotización de las acciones bursátiles de la constructora y el espaldarazo de las entidades bancarias, lo cuál le producirá la pertinente grave falta de liquidez, en cuestión de horas. Este pequeño ciclón financiero provocará al final una más que forzada suspensión de pagos del grupo. Naturalmente, el famoso juez bloqueará, mediante un auto, como garantía de pago futuro, todo movimiento de compra-venta de cualquier patrimonio perteneciente a la familia Riera, además de la retirada del pasaporte del constructor, y el bloqueo de las cuentas bancarias internacionales, incluida la de empresas asociadas.

Otra empresa asesorada por el gabinete es Interim: ETT que proporciona el 90% de la mano de obra extranjera a la constructora.

Una práctica generalizada en el sector, más concretamente en el grupo del señor Riera, era poner a trabajar al inmigrante y, una vez terminado su periodo laboral, comprobada la inexistencia de percances, evitar la gestión del alta en la seguridad social. Ahorros por doquier para la constructora. Pagaban con alguna gratificación monetaria adicional para acallar bocas. Lo relevante era que todo se sacaba directamente del saco de dinero negro, zanjando uno a uno sus compromisos laborales.

El gabinete contaba con toda la documentación de Interim perteneciente a trabajadores en activo desde hacía meses, aunque no dados de alta. Resultó tan fácil como remitir un sobre anónimo a la inspección de trabajo y a los sindicatos más relevantes, para que se encargaran de investigar.

( CONTINÚA )

Anónimo dijo...

Por otro lado, el puerto de Barcelona con un alto volumen de negocio es el encargado de gestionar los contenedores provenientes de China para la empresa Pepita 2.000, S.L. Dirigidos por un lituano con mafiosos contactos internacionales, la dinámica habitual era apartar la mercancía a almacenes colindantes, donde eran “manufacturados”, labor que consistía en cambiarles las etiquetas de procedencia extranjera, reglar su aspecto al europeo, según normativa comunitaria, presentándolo al público como fabricado en España y aumentando así su valor comercial. “Calzado de primera”, que diría doña Pepita.

Resultó algo tan sencillo como desvelar el falso número de registro de fabricación. Aída se dirigió directamente a la imprenta encargada de emitir las etiquetas, y exigir la documentación administrativa que no tenían. De esta forma paró, previa amenaza de denuncia, la fabricación de etiquetas falsas, bloqueando con ello la entrada de decenas de contenedores que esperaban su distribución en el mercado.

Un frenazo de estas dimensiones desabastecería por completo en una semana los almacenes de las principales zapaterías de doña Pepita. Y la gestión de conseguir un nuevo número de registro, conocidas las diligencias contra el grupo familiar, llevarían meses de trámites, lo cuál colapsaría en bloque la actividad comercial.

Un último golpe en Fresas Pepita Riera. Consecuencia inercial de los acontecimientos conocidos en todo el país, Aída en rueda de prensa solicita a la Junta de Andalucía retirar las subvenciones a la producción de la fresera, conociendo su implicación en el caso Manuel Chávez. La administración ante la presión social tramita la pertinente paralización administrativa.

La empresa moguereña recurre entonces a su capital social para sobrevivir. Pero resulta imposible acceder a él, se encuentra en la cuenta bloqueada, embargada por la judicatura suiza a la espera del desenlace procedimental del grupo familiar.

Para terminar, el maestro: medio ambiente recibe el aviso anónimo de que la certificación de fresas de Huelva comercializa en Fresas Pepita Riera una categoría muy inferior de lo que su cotización presume. La patente de esta variedad ha sido copiada de una ya existente en Lituania. El único dato existente sobre el tema era un teléfono escrito en el margen del certificado duplicado que conectaba sin ningún sentido con el puerto de Barcelona. Se establece una duda con fundamento sobre los controles ejercidos en la producción frutal. Inmediatamente, por imperativo sanitario, y bajo mandato ministerial, se suspende la comercialización en cualquier punto de la UE del producto Fresas Pepita Riera, de manera que es retirada del mercado en un periodo no superior a 24 horas hasta comprobar la salubridad del fruto.

A las 21:35 de la noche del domingo, el cansado abogado recibe una llamada desde el aeropuerto de Málaga. La policía retiene desde hace horas a una señora llamada Josefa Riera del Casar que, con pasaporte falso, quiere abandonar el país. “Dice ser su clienta. Dice también que le diga que tenía pensado contárselo todo como regalo de cumpleaños el mes que viene. No sé qué quiere decir con esto, usted sabrá. En fin, un poco atolondrada que está la pobre. En realidad, señor, se le requiere para que se persone, y dar validez a la versión, de lo contrario se cursará la orden de arresto y correspondiente puesta a disposición del juez”. El abogado, pausado, pensativo, lejano en su real conciencia relata al inspector de policía, como si lo tuviera preparado, que ese nombre perteneció a una antigua amiga ya fallecida, y que para respaldar lo que le decía, le enviaría un certificado de defunción original vía fax. “Gracias señor”.

Ha sido colgar el teléfono como entrar en el túnel del silencio y encogérsele el corazón hasta doler, los pulmones le imprimen el hondo sentimiento de la pesada angustia que, ni por asomo, piensa, liberarán su rencor. Ahora lo entiende.

Tanto escuece, en facto hecho, el sinsabor vengativo de dolor tan intenso, que anula su reflexión en un sencillo: “¿Y ahora qué?”

Manuel Correa dijo...

Plas, plas, plas (aplausos)... Un final atronador.
"¿Y ahora qué?"... Preguntó el septuagenario abogado a Dimitri, ex-encargado de los contenedores en el puerto de Barcelona y a cuyo nombre está registrada la variedad de fresas que -con tanta torpeza- manufacturaba Pepita Riera. "Ahora brindemos", contestó el Lituano, justo antes de besar a su jefe...

P.D.: reitero los aplausos.

monica dijo...

Impresionante. Quedan descritos los entresijos de la trama vengativa incluyendo el callejón sin salida de sentimientos tan voraces como destructivos. Me cuesta respirar. Las partidas de ajedrez tan magistrales tardan en digerirse.
Impresionante. Quedan descritos los entresijos de la trama vengativa incluyendo el callejón sin salida de sentimientos tan voraces como destructivos. Me cuesta respirar. Las partidas de ajedrez tan magistrales tardan en digerirse.
Imagino, sin embargo, al viejo abogado abandonando el container del puerto donde apenas unos minutos antes resonaba su voz y la de Dimitri y dirigiéndose con paso lento y mirada perdida hacia el viejo camino frente al puerto, los barcos y las grúas empequeñeciéndose, subiendo Montjuïc. Allí, en lo más alto, se siente salvado del dolor del mundo.

monica dijo...

Escritores negros....??? Esto sí que tiene gracia...

monica dijo...

Y si te hubieras convertido en un territorio para expresar las cosas que son difíciles de decirle incluso a aquellos con los que tienes más confiaza...?

Y si te estuvieran confiando las fantasías más secretas aquellos que han cerrado sus puertas más secretas...?

Si todo eso estuviera pasando ahora mismo, te estarían esperando sus fantasías, sus secretos, sus habilidades más recónditas... te estarían anhelando, para que les dieras las alas que necesitan, los paisajes que las alimentan, las voces que les dan vida.

Anónimo dijo...

Cuán larga resultó la espera.

Dadme alas para volar -anhelo la libertad en el fresco del aire dispersa- y tomad a cambio mis fantasías, son vuestras (mías no) desde el primer momento que existen en mí. Mostradme paisajes, caminos a seguir que atiborren de energía mi factoría de sal. Poned en mi boca palabras so palabras, magna estructura de alegría, sensaciones vivas, simplemente una excusa, la singular, la que, en común, ayude a remar, porque sólo poseo el sinsentido de un continuo latir, la amarga espera e imposible voluntad del mudo trovador, del canto sin nota musical, de la desesperanza. Por favor, obrad en mí, y mi medida os recompensará.

Loable intuición, Mónica.

monica dijo...

Loable tu 'entrega' a la creatividad desatada, mudo trovador...

Anónimo dijo...

Hado pasional rinde a pensar que la identificación asignada a mi voz (modesta “entrega”) sea ni la letra ni el número ni el anónimo, sino el bien llamado “mudo trovador”. Generosa adquisición de la chispa intuitiva del blog quien tuvo y retuvo el gusto de distinguir sobre mi persona tan ocurrente designación. Así pues, de su mano divina quede bautizado y hasta la muerte aqueste -en adelante- mudo trovador sobre laude marcada de pasión.

mudo trovador.

monica dijo...

..Pero qué divertido eres...!

Espero que ahora nuestro anfitrión de alas a todo ese gran tesoro que guardas a la espera de fabricar las palabras más cuidadas y precisas, y encuentres así el camino de pasión que alimenta tu corazón insaciable.

Manuel Correa dijo...

seré parco: estoy liado con otros proyectos. En cuanto tenga ocasión habrá una nueva historia. Así que de "mudo trovador"... Nani!! (que dicen los flamencos).

monica dijo...

Querido Manuel,

Aunque ya lo dejaste claro, lo de que estabas con otros proyectos, te echo de menos... sirve de algo que lo diga...?

Ahí te mando un poemita:

Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, vuelve y tómame -
cuando del cuerpo la memoria se despierta,
y un antiguo deseo vuelve a pasar por la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
y las manos sienten como que tocan otra vez.
Vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...

(Constantino Kavafis, "Vuelve", en Poemas Canónicos, 1895-1915)

Manuel Correa dijo...

Estimada Mónica: ya más tranquilo del proyecto en curso, creo que la mejor manera de agradecer tus palabras (y la fidelidad de otr@s internautas) es publicar una nueva historia, guardada hace tiempo en la chistera...